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Fuera de juego

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Las reglas del juego

 

Alvy Singer

  1. Una de las características de la prensa deportiva es que cualquier frase, absolutamente cualquiera, podrá ser usada en tu contra: de aquella máxima marxista de “ningún producto es inocente” llegamos a otra más antigua, pero sin que medien Harold Bloom o Camille Paglia, “toda frase es culpable”.

 

  1. Y ayer el Barça de Guardiola deslumbró. Los titulares que van a leer hoy ustedes van a ser el de un empate pobre. ¿Cuantos titulares negativos van a llover sobre los porteros del FC. Barcelona? Ninguno. Porque, y esto es casi un pacto de silencio, la historia reciente del club lo demuestra: si hay algien que está siempre ausente es el portero. Ayer lo estuvo para parar un chute de Pereira y su homólogo del Racing le dio casi una lección de viveza y astucia. También lo está de casi todos los titulares de los panfleto del club.

 

  1. En la segunda mitad el líder fue Iniesta, creando jugadas exquisitas (hay al menos un par memorables) y, nuevamente, un error defensivo de Puyol más la ausencia de portería desanimaron al equipo. A un Guardiola acorralado tuvo la inteligencia de sacar a Puyol y dar cancha a Bojan. Sin embargo, los que crean que la revolución no lleva tiempo, no lleva restauración están un tanto equivocados. Deberían darse una lección de historia. Que la Premiere acecha es un hecho y que esta imagen no apremia al equipo como un gran equipo, también. Pero el alarmismo se hace innecesario: este equipo, de mometo, ha dado síntomas de lucha y buen futbol, con pases imposibles, que hacía mucho tiempo que no mostraba, ni aún dando grandes rastros de épica había logrado mesurar tan bien a un Racing. Fue eliminado por un gol, pero nuevamente la historia ya no lo escriben los vencedores, sino los ventajistas. O sea, la prensa deportiva.

A star is lost

Alvy Singer.

 

La decadencia de Ronaldinho es el último eslabón en el hundimiento de la liga española. La Premiere ha triunfado y se ha llevado a las promesas más atractivas como Luka Modric, Sami Nasri y ahora podría ser Robinho el siguiente Se va a decir que en tres años el jugador nunca ha brillado ni ha apuntado las maneras que le hicieron glorioso en el Santos junto a Diego. Pero lo cierto es que la pérdida de Robinho sería un gran mal para la liga española. ¿qué clase de liga tiene como estrellas a un suplente del Chelsea, Robben, y a un Thierry Henry en horas bajísimas? ¿No eran esas las ligas menores? Ya no. Hay estrellas todavía, desde el Messi hasta Diego Capel, Samuel Eto'o, David Silva o David Villa. Son pocas, demasiado pocas.

 

Se ha justificado el triunfo sin estrellas con la presunta filosofía del trabajo. ¿Alguien duda que esa filosofía coincide gracias a la mediocridad decadente de las estrellas? ¿Cuantos equipos españoles han jugado una final desde el triunfo del F.C. Barcelona? Han pasado sólo dos años pero en esos dos años se ha confirmado la incapacidad de los referentes de la liga española para reaccionar. Se han dedicado, prensa, clubs y aficionados, a valorar la liga como último clavo ardiendo y a desterrar la liga de campeones. Hubo factores internos, transiciones pero la pregunta es si alguien no obsesionado con la estadística apostaría mucho dinero por equipos españoles para esta liga europea.

 

Si Robinho se marcha la liga española pierde a unos de sus referentes. Es cierto que su esplendor fue breve y tardío, pero no menos cierto es que el Madrid ha pasado por muchos entrenadores, demasiados, con el fichaje del jugador. Toda liga debe mantener a sus estrellas. Como en el célebre e infame caso cristiano, perfecto reflejo de la patética impotencia de todas las maquinarias de la liga Española, el caso Robinho debería preocupar a los clubes. Cada día se hace un fútbol sin mitos y esto es un deporte grisáceo, táctico y tedioso. Como en muchos, demasiados momentos de estos dos últimos años.

Una revista de occidente española

Alvy Singer

Y Portugal perdió, y el joven jugador Ronaldo se va por la puerta grande a soñar, seducido por esa prensa que todavía no es propensa a negarle el pan, ni siquiera al escepticismo, por aquello de la ley del mercado. Alemania ganó, sacó esa casta de campeona, exhaló ese aire, llevó a la presidenta cristiana Merkel a hablar de buenos modales y demostraron estar unidos para las causas, como todo buen país de cultura nacional o romántica.

El joven Ronaldo se va, la prensa manda, como un soñador para unos y como un inmoral para otros. Toca el reparto de papeles, y la estética y la ética se vuelven a enfrentar, de nuevo. Y ya tenemos a los panfletarios, que da pereza señalarlos, hablando de mercenarios. Mercenarios hay muchos y la noblez obliga a señalar que escribir para un panfleto es ser un mercenario, a no ser que, como dice el maestro Umbral, se sienta y se viva. Pero eso ya es otra historia, más peligrosa porque significaría que no hay esperanza ni para los mercenarios, sino sólo lugar para los asnos de más discreto calaje.

Uno piensa que el futbol son leyendas, pero ya no hay leyendas en el caso de Cristiano Ronaldo. No puede cambiar de casa sino es resucitando, y no puede ser un hombre de honor sin tener a un equipo por enseña. El jugador luso no es un hombre de equipo, pero eso ya lo sabíamos todos. Es hombre de toque, de técnica y de momentos de grand style muy propios. No debería la prensa sacar a colación la histroia, tan reaccionaria en el fondo, de que los millones son significado de impureza, porque el tiraje de las copias también son muchos árboles en el bosque, y las portadas también muchos colores sin lisergia. Y puestos a decir pa qué, ya va siendo hora de crear una Revista de Occidente deportiva. Ahí dejo la propuesta.

 

Alvy Singer.

Y primero fue Dickens, luego Rexach. Dos Charles. El primero contaba huéfanos supervivientes en un mundo burgués. El segundo se sobrevino al nacimiento del aburguesamiento de sus gladiadores. El primero puede presumir de fundar la tradición navideña. Carles Rexach puede hacerlo de escribir libros que no son novelas del siglo XIX pero con opinion que casi, casi, y que él, la voz de la experiencia, trazaba sus alineaciones con una moneda. A cara o cruz. Es un método célebre, personajes del calibre de Anton Chigurgh y Dos Caras también lo utilizaban. Poca broma con Harvey Dent, que lo de origen freudiano él lo resolvía con caos y siempre salía ganando el caos msmo.

 

Y me he dado cuenta de que Charly Rexach es un personaje, y, sorpresa, que Dickens sólo pudo hacerlos, que no hacérselos. Rexach fue muchos. El entrañable jugador cada día más revisado críticamente. El entrañable segundo entrenador. El entrañable primer entrenador (para los otros equipos). El entrañable escritor de memorias (para Lluis Mascaró, amigo del coautor del libro). Y Mascaró, ese simpático señor que debería escribir vidas de santos, cita a Voltaire y me desconcieran los escribidores que un día te hablan de cerveza, educación y horas de acostarse, y luego empiezan comparando al equipo, al més que un club, con Voltaire. Pero a Mascaró se le olvida, al parecer, que Voltaire escribió Cándido, pesimista novela sobre un señor alegre aquejado de desgracias que tiene un final ¿adivinan? Feliz.

El hombre tranquilo

Alvy Singer

 

Se despidió anoche Frank Rijkaard con el sabor de la derrota. Los pañuelos fueron negros y en la portería se colocó al suplente, a Pinto, portero de noche como titulaba Tinto Brass sus historias de pesimismo erótico. Es Rijkaard el despedido caballeroso, el honorable y, finalmente, bonachón perdedor para una prensa empecinada en transformar los hechos en ficciones, la mayor parte de veces honestas y felices.

No fue Rijkaard hombre de grandes gritos y disciplinas en público, y se sabe que la historia en momentos de crítica y diálogo, mejor la escriben los autoritarios, casi un precio que pagar para el bien de todo conjunto, o al menos eso insinuó Frank Millar cuando reunía a sus 300 hombres de Esparta para hacer una de las reflexiones más oscuras de la democracia, además de un relato superheroico de primer orden, en el que el sacrificio es el mayor de los superpoderes.

No ha tenido nada de extraordinario este despido pero, peor ha sido ese Joan Laporta anunciando como gran esperanza a otro mito, a otra invención: “el hombre de la casa”. Es una fórmula exquisita para calmar al socio contrariado, casi molesto porque sea Rijkaard quien se marche por la puerta de atrás y no esos jugadores perdidos entre las luces y los flashes, omnipresentes en los anuncios. Al fin y al cabo, lo sabían Cormac McCarthy, no es país para viejos.

La victoria como forja identitaria

 

Alvy Singer.

Una de las banderas que ondea orgullosa esta noche de celebración es la de un Raúl joven que fue el Madrid del pasado. Lo cierto es que tras esta nueva liga llega la reafirmación de ilusiones que no tienen nada que ver. Ni siquiera ha sido este Madrid , caren de mitos sólidos y lleno de luchadores de un aceptable coraje, algo extraordinario. Ha sido como el motivo por el que no llegaron a tiempo a los fasto: un día de lluvia. Un error de la naturaleza, un día gris es lo que parece que dejará esta liga para la posteridad.

 

También parece pura narrativa una remontada en tres minutos con un hombre menos. Las calles, ya lo supieron los Stones en Street Fighting Man, no tienen espacio para los deshauciados ni los rebeldes, ahora sólo son para las estrellas del rock, que es la nueva modalidad de estos campeones del fútbol. Tocan incidentes, destrozos y derroche para que la calle vuelva a tener espacio para llenarse de transeuntes.

Confusión y frustración en los tiempos modernos

 

Alvy Singer.

Un día Bob Dylan cantó que Tiene que haber algún camino fuera de aquí. El derrotado se marcha siempre desolado, ya sea por calidad, ya sea por un sensación inequívoca de final. Llegan, por lo tanto, tiempos mediocres en un país que está a la altura de las circunstancias. La prensa se erigirá a tiempo parcial, entre Emilio Pérez de Rozas y el Comando Mundo Deportivo, a reescribir prontamente la historia, que a falta de ganadores está predispuesta a reconvertirse en carroña. Pero ya se sabe que el fútbol es cosa de pasiones necias, y a ellas mismas las mueven sacerdotes timoratos y predicadores a tiempo parcial. Toca repartirse pues los años de victoria y de derrota, pero siempre aislar al análisis que ayudaría a repensar el fútbol. No es este país ciertamente futbolístico sino de gentes de equipos, cosa bien distinta, igual que en este pais la prensa deportiva tiene todos los aromas menos el de la deportividad. Resultó que Fiebre en las Gradas, aquella cosa que escribió Nick Hornby, era una tragedia que asimilar. 

 

Ya sea aquí o allí se apagan las leyendas, se trasladan las desgracias y se engarrotan las fotografías para enfatizar la decepción. Aunque la mayor decepción debería darla el deposito casi imbécil en el azar que hace el humano, cosa explicable sólo a medias según predijo Schrödinberg. No toca en los malos tiempos ponerse gafas oscuras y vestirse de revancha, ya verán como el día siete algo parecido ocurre, sino que es preferible ejercer de analítico, de forense con protección médica que no de rastreador y pataleador de decrépitos cadáveres. El problema de confiar la redacción de la mitología a la realidad es la posibilidad de la humanidad, y de que nuestros narradores resulten pésimos retóricos, además de gente habituada a escribir sin mayor problema “es posible soñar” y “la triste realidad”. Fue Dylan quien aseguró que tenía que haber algún camino fuera de esto, pero también dijo que eso no era más que lo que le dijo el payaso al ladrón.

20 años no son nada

 

Alvy Singer.

Alex Ferguson fue un feliz y discreto goleador en la liga escocesa primero, después héroe local y finalmente un récord global. ¿Cual es el secret del éxito de Ferguson? ¿Su alergia a retiro? O quizás la calma de sus jefes ante la calamidad misma (la de sus tres temporadas iniciales en el Manchester, sin títulos), que le permitieron ir construyendo un equipo con paciencia y hoy en día se considera, como muchas cosas en hipocresía disfrazada de idealismo de esquina y sartén, todo un ejemplo, pero a admirar bien lejos, que eso de imitar no es bien para el club.

 

Fue en la fiesta de cumpleaños de Sir Alex Ferguson (que lista la Inglaterra que nombra caballeros a quienes ganan ligas y levantan hombretones con coeficiente de baberos) que apareció en tono amistoso y delator Arséne Wenger. El Otro. El único que ha consegudo imponerse a un modelaje de fútbol exprés y rápidos fichajes en el que hay nuevos descubrimientos día tras dia, construyendo un equipo a partir de Henry y Vieira, y deshecha la estrella que ha ido por sus fueros (los del sueldazo, la imagen y la higiene, la del afeitado es una gran metáfora) y marchado el aguerrido sostiene equipos al retiro triste que es el Inter, va y sorprende con un equipo carente de estrellas (es decir, tiernas historias de niños brasileños que hacen birguerías y demuestran una técnica que luego desaprovecharán, con el paso del tiempo y el peso del dinero) capaz de hacer que toda su plantilla pueda ser fichable, y teniendo a toda Europa suspirando.

 

Pero es el simpático Ferguson y Wénger el caballero de gestas a perder. El Arsenal ha sido quien ha caído abatido ante el aluvión táctico de Benítez y antes cayó con el terremoto azulgrana (en su peor partido de champions, como suelen ser las finales). Pero Ferguson se mantiene recto, dispuesto a continuar y a aplazar, una vez más su retiro. Para jolgorio de todos, y disimulando su abierta afición por la escuela portuguesa que tan buenos resultados le está dando (Cristiano Ronaldo, estrella construida pigmaloniescamenete por su entrenador, como ya hizo Wénger con Thierry Henry y ahora Nani, y más), con la veteranía de gente como Scholes o Giggs, dando muestras de que es capaz de reunir viejas y nuevas glorias para crear un equipo potente, casi legendario. Como él. Uno expresa el casi por el directo de lo acontecido. Seguramente el paso del tiempo pintará a Ferguson, ya casi un retrato de si mismo, como el mejor. Pero para eso todavía faltan muchas hogueras, desastres y despedidas.

 

Mientras John Carlin encarga obligaciones a la liga española, la de fichar al señorito Ronaldo, para que luego muchos añoren la extranjería, en su texto no se da cuenta de la última de las pasiones de Ferguson. Los jugadores portugeses. Y en esto me doy cuenta de la dificultad de descubrir otra estrella que no sea la que ahora brilla, y en que Fergusón, por un lado, y Wénger por el otro, mejores astrólogos que tácticos, que para eso ya tienen a Rafael Benítez, español demasiado belicoso para terminar en su tierra y ahí esta su club anterior, el Valencia un paso obligatorio para los desterrados, sean simpáticos o no. Pero es temible la amenaza de Carlin porque el humor no le disfraza la ausencia de escepticismo y es que su profecía asegura que la liga española terminaría como la escocesa. Y la tierra que vio marchar a Sir Ferguson debería mantenerse al menos tan alta y lejana como es proceder. Pero salió entonces a escena el inglés que vive en un reinado y ya se sabe que éste sin sus súbditos poca cosa puede ser más.

 

Entonces el sábado fue un Chelsea más luchador que elegante el que tumbó al equipo de Feguson. No hubo entonces en la prensa excesivos enfados con el entrenador más bien con sus jugadores. Y uno se pregunta si es que Ferguson salió sin titular más que nada por aquello de la derrota al tiempo, nunca fue tal pero no hay mejor engaño, o porque gustan los diarios ingleses de hasta siendo groseros y penales mantenerse higiénicamente empíricos. Ya fuera por eso entonces que a Ferguson no lo venció ni la derrota misma, que pareciera que lo tenia fácil en ese combate pero es engañoso, porque la estadística es siempre sincera.

Emilio Pérez de Rozas

Alvy Singer.

 

Ingenuo, pensé que transmitir alguna emoción en las letras podía ser cosa de poesía, pero claro, entonces no había leído a Emilio Pérez de Rozas, feliz encadenador de prosaicas frases que en otro lugar se llamarían escupitajos y escribidor panfletario en momento triste, porque ni la profesión le reconocerán. La ira no suele ser poética, me respondo. No es un problema tan grave su grosería, que eso al fin y al cabo es convención. Es, por lo tanto, su amor al adjetivo, su adhesión frecuente al chiste lleno de furia y su grito populista y ensordecedor, indigno de las letras de las que se declara, al menos, escribiente. Y no es que yo conceda honores y orgullos, es que en la escritura se los concede el mismo autor con lo escrito, y busquen en Pérez de Rozas frases que no destilen furia o celebración.

 

Los sentimientos maniqueos son, a día de hoy, lo principal en cualquier opinión más o menos mediática. Entonces podría darme yo por atemorizado porque la sociedad no se ha abierto ninguna ucronía dickiana pero se lee en clave Pérez de Rozas. En clave acumulativa, de adjetivos a cada cual más expresivo e impactante como hacen los enfadados o en clave tal vez griega (ahí está su hermano de opniones contrarias y formidable optimismo). Entonces llegará seguramente Pérez de Rozas, sin ni siquiera maquiavélica inteligencia o arma sociológica, para descodificar el pensamiento mayoriario, y hablará del dinero de los demás sin preguntarse acerca del sistema, y hará del activismo una línea de ética permisible en la derrota. Y es lo que le faltaba, precisamente, a los poetas mismos: que viniera alguien a decirles que la derrota y la ganancia son incompatibles. Acabáramos.

De todos los juegos

Alvy Singer

Cortázar era todo juego. Por eso su obra falla siempre cuando la rigidez del comunismo le atrapa. Y triunfa cuando el juego lo es todo. Y todo pueden ser muchas cosas, ya sea una Casa Tomada o una Rayuela, el mejor de sus juegos, el más dificil, y más susceptible de reaccionar. Juanma Trueba declara ser discípulo de Cortázar y a mi me gustan los lectores y los consumidores culturales. Trueba es un jugador, que trata siempre de la sencillez que ocultan esos grandes secretos, en realidad mitos de abuelos para dar luz a un gris transcurrir de treinta años, que nunca tuvo el fútbl. Más allá del juego mismo, claro.

 

Porque los ignorantes cansan. Además están en plural y tienden a la repetición. Una rebelión aburrida, plúmbea, que atesorada en un estadio también estropea los juegos. Se ponen nombres tribales, se hacen los héroes, se pintan de guerra y al final toda su condición se reduce al escombro. A un escombro de causas desdibujadas, eso si.

 

Noticia de un secuestro

Alvy Singer

Uno. Johan Cryuff contó que en 1977 trataron de secuestrarle. Lo contó en 2008, un poco para dar vida a las hemerotecas y para aspirar esas voces que ahora suspiran: Ronaldinho ha ganado más que Cruyff y los dos han estado el mismo tiempo aquí. Entonces, desaparece el titular y nos llega a todos, por arte de magia la noticia de un secuestro. ¿Qué secuestro, exactamente, ha ocurido entonces?

 

Dos. Los jugadores del Sevilla están ante la amenaza de un secuestro constante informaron las fuentes de diversos diarios, con la inexactitud tal que secuestros y hurtos se mezclaron en los hechos atropelladamente. No se dio mas detalle en la prensa. Fuera quien fuera (un bético remilgado, una banda de botarates delincuentes sin equipo) el caso es que, con rapidez, salió Johan Cruyff pronto a recordar lo que le pasó en el 78 en Sevilla. Alguien secuestró un berberecho de su exquisito aperitivo. Alguien, no cabe duda, sin escrúpulos.

 

Tres. Quini en 1981 fue el jugador del F.C. Barcelona que después de todo pudo regresar para contarlo También Johan Cruyff quiso contar como le habían secuestrado pero se dio cuenta de que ya lo había hecho. Exactamante para que no se hablara de la trayectoria de Johan Cruyff, sino del secuestro. No sé cual será el rescate pero la verdad ha sido encontrada muerta ya, así que ya determinaremos si vale la pena pagar algo. Puede que como negociador se ofrezca, una vez más y otra confesión menos, Johan Cruyff.