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Fuera de juego

Opinión

De profetas y banderas

 

Ryu_gon

Semana de Champions, semana calentita. Cruyff fue el primero en encender la mecha cuando, después de que todos asistiéramos al lamentable espectáculo del Barça ante el Racing de Santander, declarara en su "columna" habitual de El Periódico que el ahora equipo de Guardiola había disputado uno de los mejores partidos de los últimos años. Es bien sabido que este hombre domina a Laporta cual marionetista a su muñeco, pero ahora parece que esta autoridad se dirige a una situación de plena transparencia. El holandés, ya calado por todos, quiere abandonar "la sombra" para decir alto y claro que, si ahora el entrenador es el bueno de Pep, no es por otra decisión que la suya. Un hecho bastante razonable a tenor de las circunstancias. Guardiola es un mito del barcelonismo moderno, una flor criada en las raíces más pasionales del Dream Team y respetado por la mayoría de culés, siendo, por ende, el escudo perfecto del neocruyffismo abanderado por Laporta. Si la contratación de Mourinho hubiese llegado a buen puerto, Cruyff hubiera perdido el control, puesto que el luso no es de los que se deja pisar, y menos por un entrenador retirado que sólo tiene una Champions en su haber (y, por ccomo habla, parece que tenga 10). El otro damnificado por la decisión hubiera sido el mismo Laporta, cuyo rol de estrella  hubiera sido eclipsado con facilidad por el talante y la fuerza mediática de Mou. Ahora interesa defender primero a Guardiola, que es una barrera anticríticas muy sólida, y da lo mismo que para ello se tenga que mentir. Porque, no nos engañemos, Cruyff sabe que si Laporta salta, sus días de cena y sermones en can Barça se habrán terminado. Incluso su asistencia al palco, si me apuran.

El otro debate de la semana llega del  polo opuesto, el denominado actualmente como casa blanca. Auspiciado por el triunfo de España en la Eurocopa, el Real Madrid necesitaba reivindicar el españolismo que tantos años ha estado en el pozo en su faceta deportiva. No contentos con los actuales triunfos de los Gasol, Nadal o Contador, el Madrid quería ser más. Ya lo decía el "periodista" más vergonzoso que puebla el panorama deportivo-mediático español, Tomás Roncero; la victoria de España en la Eurocopa debe guiar al Madrid a la décima. Tanto se lo han creído desde la capital que este año los de Schuster lucirán una pequeña pero representativa bandera española en la camiseta durante los encuentros de Champions (de hecho, ya lo hicieron ayer frente al Bate Borisov ruso). Un hecho totalmente lamentable, puesto que ya existe un combinado nacional y los blancos no son nadie para erigirse en la representación de un país mediante un símbolo tan claro y determinante como es la bandera. No quiero hablar de política y no lo voy a hacer, pero sólo les diré que esto todavía despierta más recelos a los que, de alguna manera, se habían sentido más españoles con el triunfo de la Roja, más plural que nunca, en la Eurocopa. Ahora, éstos y los de más allá ya tienen motivos para hablar, y no precisamente de fútbol. Muy mal.

Vuelve la Liga, vuelve el "espectáculo"

Ryu_gon

Este sábado arranca la Liga, ahora rebautizada como BBVA, y parece que pocos se han percatado de ello. La culpa la tiene, por encima de todo, un verano ya decrépito que nos ha suministrado horas y horas de entretenimiento deportivo a todos los niveles. Primero fue la Eurocopa y el espectacular triunfo de España delante de medio mundo, después vendría Carlos Sastre para recordarnos que el ciclismo español vive el mejor momento desde que nuestro último gran competidor en esta discilplina, Miguel Indurain, se retirara y dejara paso a una generación que nada pudo hacer ante la hegemonía  del gran Lance Armstrong. Pero la estrella del verano han sido, sin lugar a dudas, los juegos de Pekín, donde más allá de las 18 medallas obtenidas por la delegación española, hemos presenciado la consagración de nuevos mitos del deporte y la superación de 38 récords mundiales (todo un hito). Ahí han estado Michael Phelps, Usain Bolt, Yelena Isinbayeva, Zou Kai o Kenenisa Bekele para hacernos las mañanas de agosto, por eso del cambio horario, más llevaderas. Sin embargo, la llama que hasta el domingo quemó en el pebetero de El Nido ya no brilla entre los cielos brumosos de una Beijing presa bajo el poder de la polución. 4 largos años de espera hasta Londres es lo único que nos queda.

 

Por suerte, los aficionados al deporte no nos podemos quejar porque las competiciones regulares vuelven a ser protagonistas. El sábado, como decía, vuelve la Liga, y lo hace sin ningún favorito claro, ni al título ni a salvar el descenso. Viendo los partidos de estos días, que debo reconocer que me ha dado un poco de pereza verlos por aquello de una indescriptible sensación de volver a la rutina tras la magia del verano, se pueden extraer varias conclusiones. La primera es que el Madrid de este año no juega a nada, no lo ha hecho en la pretemporada, ni en la ida de la supercopa ni en la primera parte de la vuelta, pero sigue conservando aquel inherente rol de equipo ganador que se crece ante las adversidades y que arrolla cuando el partido comienza a fenecer. Ahora se habla de Villa y, a sabiendas de cómo trabaja el Madrid en este ámbito, tengan por seguro que antes de que finalice el periodo de fichajes "el Guaje" estará vistiendo de blanco (guste o no guste). Vamos al Barça. La clemencia de la asamblea de compromisarios celebrada el domingo parece haber llevado a la directiva, al cuerpo técnico e incluso al equipo a la euforia de estos últimos años.  Después de realizar una notable pretemporada, con un más que convincente cambio de estilo, incluso los guardiolaescépticos, como diría Martí Perarnau, hemos salido convencidos. No obstante, los dos últimos partidos, el Gamper y el desastroso encuentro de hoy ante el Wisla, han vuelto a sembrar dudas. Eran dos trámites, pensarán algunos, pero la imagen mostrada hoy por los azulgrana ha sido propia de un equipo amateur. De hecho, creo que es uno de los peores partidos que le he visto jugar al Barça en los últmos años. El pase a la champions ya está saldado.

 

El caso más preocupante dentro de la supuesta élite española de fútbol lo ocupa el Valencia, equipo que, después de vivir un año para el suicidio, parece encaminado a disputar uno para la muerte. La gran deuda que "atesora" el equipo Che, de más de 600 millones de euros, no le ha permitido fichar, y la fuga de su máxima estrella parece una realidad a todas luces. Y den gracias a que Silva ha resultado ser un chico comprometido que, si no, este equipo lo tendría muy crudo, y más viendo al bufón, en términos peyorativos, encargado de cubrir la portería que tiene en su haber.

 

Por último, quería hacer mención del Atlético de Madrid. Fiasco de pretemporada, panorama muy feo para pasar la eliminatoria ante el Schalke04. Por suerte, el futurible hierno de Maradona a vuelto justo a  tiempo para intentar remontar la eliminatoria en el Vicente Calderón. Mañana saldremos de dudas, pero no le doy mucho crédito a los de Aguirre, sinceramente.

Sea como sea, la Liga que apunta a ser la más diezmada de los últimos años nos aclarará algunos de estos interrogantes que ahora flotn por la cabeza de más de uno. Mientrastanto, siempre quedarán Austria-Suiza, París y Pekín como paradigma del espectáculo.

Cuestión de prioridades

Cuestión de prioridades

Ryu_gon

Me sorprende que uno de los nombres que está cobrando más fuerza a la hora de configurar la nueva plantilla del Barça sea el del sueco Zlatan Ibrahimovic. Un jugador que se desenvuelve muy bien con el balón en los pies, que inventa jugadas de gran belleza y cuya filigrana suele ser mortal para los defensas, pero que no responde al perfil de "Killer" que tanto anhela la entidad culé para suplir la más que probable venta de Eto’o. Prueba de ello es que, en su paso por el Ajax, la Juventus y el Inter nunca ha llegado a la cifra de 20 goles en liga. Cierto es que su habilidad con el balón le ha convertido en un jugador mediático, menos ahora que antes, cuando el Madrid suspiraba por sus servicios, y sería el fichaje que quizá Laporta necesitaría para intentar frenar su, admitámoslo, irreparable situación en el club, con más de 9.000 firmas en su contra.

No obstante, si nos ceñimos a las carencias de las que precisamente adolece este equipo, la prioridad ahora es fichar a un 9 matador. Un personaje que garantice goles, no al estilo Henry, cuando menos interesa, sino en los momentos determinantes. Güiza, con sus 27 goles, sería ahora una buena opción a estudiar, aunque personalmente creo que un jugador como Villa, cuyo potencial todavía está por explotar, sería el fichaje funcional-definitivo en esta posición.

Pero como siempre que se producen episodios electorales, mociones de censura y otros espectáculos más propios del mundo político que del deportivo, lo que cuenta es el generar ilusión, los candidatos o el mismo Laporta, en su afán por agarrarse al trono de un club que considera suyo, apostarán presumiblemente por grandes nombres, como ya sucediera en las pasadas elecciones. Viendo el historial reciente del club azulgrana, sería una gran equivocación, al igual que el llenar el equipo de jugadores que no estén a la altura del conjunto azulgrana (Sergio García).

De todas formas, todo lo que podamos comentar será en vano. Harán lo que más les convenga a ellos y finalmente el que saldrá perjudicado terminará siendo el equipo, como siempre.

 

 

Good bye, King Kahn

Good bye, King Kahn

Ryu Gon

Hoy se despide del fútbol una de las figuras más emblemáticas que ha conocido la historia reciente del deporte rey. Oliver Kahn dará punto y final esta tarde a una trayectoria marcada principalmente por el éxito, pero también por salidas de tono y altibajos en la recta final de su carrera.

De gran agilidad y reflejos, Kahn tuvo desde niño la obsesión de emular a Sepp Maier, considerado el mejor portero alemán de la historia. Empezó su periplo como guardameta en las divisiones inferiores del Karlsruhe, el equipo de su ciudad natal, y no debutó en la Bundesliga hasta el año 1990, momento en el que dieron comienzo sus hazañas. Su tremenda calidad bajo los palos no tardó en despuntar y, después de ganar la UEFA en 1993, dio el salto al que sería y es el equipo de su vida, el Bayern de Munich. Al poco de fichar por los bávaros, esta progresión se vio truncada por una lesión que le apartó de los terrenos de juego durante medio año, tiempo que el meta aprovechó para trabajar duro su físico y para fijarse un poderoso objetivo, ser el más grande. En el mismo año, fue convocado a la selección por primera vez, siendo sin embargo suplente de Illgner, por aquel entonces el rey de la portería germana. Tampoco fue titular en el Mundial del 98, donde fue relegado al banquillo por un Andreas Köpke que, tras recibir 3 goles en los cuartos de final de la competición ante Croacia, decidió abandonar su carrera como internacional. Así, Kahn se convirtió indiscutiblemente en el portero titular de la selección hasta la llegada de Jens Lehman.

El "bulldog alemán" también vivió las dos caras de la Champions, la de perdedor y ganador. Porque en 1999 vio, de primera mano, como el Manchester United le arrebataba una copa de Europa con dos goles en el tiempo de descuento. Fue una derrota dolorosa que Kahn, como buen líder de aquel Munich, supo encajar, y le valió para sacar una moral de hierro que en la final de San Siro ante el Valencia (2001) supo aplicar para barrer a un extra-motivado Cañizares en los penaltis. Seguro que Pellegrino todavía se acuerda de aquel día.

Ya coronado el mejor portero de Europa y de la Bundesliga en 2000 y 2001, Kahn afrontó el Mundial de Corea y Japón como líder consolidado de la selección alemana. Su actuación fue excelsa, pero un error suyo en la final le dio el triunfo a la ya pentacampeona Brasil. No obstante la FIFA le otorgó el Balón de Oro del Mundial, convirtiéndose en el primer guardameta en conseguir este premio.

Desde entonces, la carrera de Kahn ha ido sufriendo un paulatino declive debido a la edad, su estado de forma y algunos episodios de furia dentro y fuera del campo. Aun así, hoy se va el más grande, el tigre alemán, el dios de las manoplas. Desde aquí, le deseamos mucha suerte en esta nueva etapa de su vida, pero lo que anhelamos fervientemente es que en breve aparezca otro fenómeno como él. Larga vida al rey.

Oportunismo blanco

Ryu Gon

Después del partido ante el Athletic, Bernd Schuster justificó la titularidad de Saviola diciendo que era "su hora". Un poco tarde para brindar minutos a un jugador que, si no nos lo hubieran comentado, ni sabríamos que se encontraba en las filas del Madrid esta temporada. Al Nibelungo nunca le ha gustado el conejo, puesto que fue un caprichito de dudosas intenciones made in Calderón. El resultado es que el argentino sólo ha jugado 330 minutos con la camiseta del Madrid y ha marcado 3 goles, el último el domingo pasado en el Bernabeu. Por eso, sorprende que desde Madrid nos digan que el argentino está ganando enteros para sustituir a Robben o Robinho en el Reyno de Navarra, cuando el fin de la liga es un hecho y el ganador, el conjunto blanco, una realidad palpable.

La hora, pues, de que Saviola haga actuaciones suficientemente convincentes como para encarecer su precio en el mercado. Porque, no se engañen, el paso del ex barcelonista por la entidad blanca ha sido una mera anécdota, quizá con la intención de herir a parte de la afición culé, que siempre había dado muestras de cariño al jugador. Es una versión que, dentro de este abanico de posibilidades que ofrece la carta de libertad, no se puede descartar. Lo que está claro es que el Madrid tiene un excedente de delanteros y que Saviola fue un fichaje de presidente, una jugada de forofo.

No sabemos donde recalará este verano el de Buenos Aires, pero de momento el que más está perdiendo en su carrera es él, condenado al ostracismo en la mayoría de clubs que pisa y cobrando unas sumas de dinero francamente interesantes por ello. Saviola, a sus 26 años, ya no es ningún chaval y sería hora de que eligiera un destino óptimo para jugar al fútbol. Ganas no le faltan, eso seguro. Sin embargo, primero debe elegir correctamente el destino porque, si no lo hace, acabará su carrera en el banquillo.

Un blanco fácil

Ryu Gon

Este sábado el F.C Barcelona perdió de una forma escandalosa ante un Deportivo que en la segunda mitad pasó por encima de los blaugrana como una apisonadora. Ese día, ya fuera por proteccionismo o por sanción, no estaban jugadores como Messi, Eto’o o Iniesta en el campo de Riazor. Sí que lo estaban, aunque después de ver el partido me asoma una tremenda duda al respecto, el aún “mediático” Henry, Márquez, que venía de jugar un partidazo en la Champions, y el momificado Thuram. El suspenso sería demasiado alto para valorar la actuación de estos tres jugadores en el citado partido, pero el match tuvo en su haber a un cabeza de turco demasiado suculento para los medios de comunicación. El portero gaditano, Pinto.

 

Con la pomposidad que la caracteriza, la prensa de Barcelona proyectó la desdicha de la clamorosa derrota en la figura de un meta que tuvo que enfrentarse a tres handicaps de muy alto nivel. El primero, el hecho de debutar con un grande y vestir la camiseta del Barça, que siempre comporta una presión añadida; en segundo lugar, hacerlo en Riazor, un campo extremadamente hostil para un jugador provinente, nada más ni nada menos, que del Celta de Vigo, y finalmente el tener que estar bajo los palos cuando tienes como escolta a un Barça reciclado que se encuentra en horas muy pero que muy bajas. Su actuación fue mejorable?  rotundamente, sí. Sin embargo, he visto a Valdés cometer errores mucho más graves que los que hizo el cancerbero andaluz en su debut y salir airoso en los medios de comunicación, con el clásico “no pudo hacer nada ante el gol”. Sin ir más lejos, Jonquera ha protagonizado shows dignos de Busquets, como los 4 goles encajados frente al Zaragoza en la Copa del Rey en el 2006, y nunca se le han dedicado artículos por su mala actuación (es más, se le renueva por su rendimiento).

Pero ahora que las cosas van mal en can Barça, lo más sencillo es mirar hacia el partido de mañana y, si hay la oportunidad, culpar a jugadores como Pinto (el más indefenso). Lamentable.