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Fuera de juego

Good bye, King Kahn

Good bye, King Kahn

Ryu Gon

Hoy se despide del fútbol una de las figuras más emblemáticas que ha conocido la historia reciente del deporte rey. Oliver Kahn dará punto y final esta tarde a una trayectoria marcada principalmente por el éxito, pero también por salidas de tono y altibajos en la recta final de su carrera.

De gran agilidad y reflejos, Kahn tuvo desde niño la obsesión de emular a Sepp Maier, considerado el mejor portero alemán de la historia. Empezó su periplo como guardameta en las divisiones inferiores del Karlsruhe, el equipo de su ciudad natal, y no debutó en la Bundesliga hasta el año 1990, momento en el que dieron comienzo sus hazañas. Su tremenda calidad bajo los palos no tardó en despuntar y, después de ganar la UEFA en 1993, dio el salto al que sería y es el equipo de su vida, el Bayern de Munich. Al poco de fichar por los bávaros, esta progresión se vio truncada por una lesión que le apartó de los terrenos de juego durante medio año, tiempo que el meta aprovechó para trabajar duro su físico y para fijarse un poderoso objetivo, ser el más grande. En el mismo año, fue convocado a la selección por primera vez, siendo sin embargo suplente de Illgner, por aquel entonces el rey de la portería germana. Tampoco fue titular en el Mundial del 98, donde fue relegado al banquillo por un Andreas Köpke que, tras recibir 3 goles en los cuartos de final de la competición ante Croacia, decidió abandonar su carrera como internacional. Así, Kahn se convirtió indiscutiblemente en el portero titular de la selección hasta la llegada de Jens Lehman.

El "bulldog alemán" también vivió las dos caras de la Champions, la de perdedor y ganador. Porque en 1999 vio, de primera mano, como el Manchester United le arrebataba una copa de Europa con dos goles en el tiempo de descuento. Fue una derrota dolorosa que Kahn, como buen líder de aquel Munich, supo encajar, y le valió para sacar una moral de hierro que en la final de San Siro ante el Valencia (2001) supo aplicar para barrer a un extra-motivado Cañizares en los penaltis. Seguro que Pellegrino todavía se acuerda de aquel día.

Ya coronado el mejor portero de Europa y de la Bundesliga en 2000 y 2001, Kahn afrontó el Mundial de Corea y Japón como líder consolidado de la selección alemana. Su actuación fue excelsa, pero un error suyo en la final le dio el triunfo a la ya pentacampeona Brasil. No obstante la FIFA le otorgó el Balón de Oro del Mundial, convirtiéndose en el primer guardameta en conseguir este premio.

Desde entonces, la carrera de Kahn ha ido sufriendo un paulatino declive debido a la edad, su estado de forma y algunos episodios de furia dentro y fuera del campo. Aun así, hoy se va el más grande, el tigre alemán, el dios de las manoplas. Desde aquí, le deseamos mucha suerte en esta nueva etapa de su vida, pero lo que anhelamos fervientemente es que en breve aparezca otro fenómeno como él. Larga vida al rey.

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