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Fuera de juego

La Crónica: España - Italia

La Crónica: España - Italia

Ryu Gon

Algunos habían calificado el partido de hoy de cita con la historia. Sin duda, el Ernst Happel de Viena estaba destinado a acoger uno de los partidos de esta Euro 2008, una final anticipada precedida por los augurios de una Italia diezmada, sin Pirlo ni Gattusso, pero consciente de poseer la suerte de la campeona. Como en aquellos famosos cuartos de final disputados entre ambas selecciones en el Mundial 94 en E.U.A, donde la azzurra ganó por  dos goles a uno, dejando la triste imagen de un Luis Enrique que abandonó el campo con la nariz rota a codazo de Tassotti y llorando de impotencia. Esta noche, en cambio, hemos presenciado como Villa, ese heredero natural del asturiano, se abrazaba a sus compañeros radiante de felicidad después de superar la tanda de penaltis, sabedor de que España estará en las semis ante Rusia.

 

 El partido se antojaba muy complicado para los de Aragonés, que tenían la laboriosa misión de romper la defensa numantina de los italianos, forjada en un 4-3-3 movilizado por un De Rossi destinado a suplir al mejor de los italianos, al milanista Pirlo. El inicio del partido ha marcado un dibujo claro de lo que sería todo el partido en líneas generales. España, desempeñando su renovado juego de matices azulgranas, ha dominado la situación, controlando el balón, manteniendo la calma y buscando cambiar el resultado a través de las botas de esos rojos genios encargados de materializar las jugadas en gol. Ni tan siquiera  los altibajos de Ramos en la primera parte han permitido que el mejor Cassano y el transformado Grosso pudieran con unos Puyol y Marchena hoy dignos de mención. En el medio, dirigía Xavi, Iniesta aparecía fugazmente para aportar sus trucos y Silva brincaba con  el balón en los pies para afianzar aún más, si es que todavía se puede, su espontánea química con Villa. Porque la dupla del Valencia ha vuelto a demostrar hoy que es la cabeza de esta selección sin contar, claro está, con la bendecida presencia de un Torres ya talludito.

 

Los dos equipos se han ido al descanso con un 0-0 que, a mitad del partido, ya avivaba un soñado pase en los penaltis para los italianos. Prueba de ello es que, salvo algún que otro testarazo de Luca Toni y alguna internada de Di Natale por la banda (ha salido por Cassano como segunda punta), Italia ha estado muerta, retrasando las líneas para tapar todo lo que llegaba. Pero esta España es demasiado equipo. No ha marcado, la mala fortuna y el mejor portero del mundo, con el permiso de Casillas, lo han impedido, pero el despliegue de todo el equipo ha sido maravilloso. Personalmente, me gustaría destacar un disparo de unos 35 metros de Senna, cañonero oficial de la roja, que ha reventado el balón, el cual ha volado por el terreno de juego hasta los inquebrantables guantes de Buffon para escaparse a posteriori y pegar llorando contra el poste. Una secuencia  mágica que bien podría haber  sido protagonizada por Oliver Atton, en su afán por batir al poderoso arquero del Meiwa, Ed Warner.

 

Cerca del final, Luis ha dado salida a Cazorla y Fábregas por Iniesta y Xavi, como ya hiciera en el partido contra Suecia, hoy quizá con menos efectismo. El deseo de los italianos se ha cumplido, y una fatigosa prórroga ha fenecido en los siempre impredecibles penaltis, con la ilusión azulona proyectada en la figura del meta Buffon. Lo que no ha considerado Italia es que delante se encontraba el otro gran portero de la élite mundial. San Iker le llaman los aficionados del Madrid, razón no les falta. Sus reflejos y su salto de lince le han valido para desbaratar los planes de Donadoni con dos paradas a penaltis de De Rossi y Di Natale.

 

Así pues, los cuartos han llegado a su fin con un partido vibrante y no exento de emoción en el que, por primera vez en mucho tiempo, y hablando en términos de duelo entre ambas selecciones, ha triunfado el fútbol. Ahora espera la Rusia de Hiddink, un rival temible que no se lo pondrá nada fácil a España. Hay juego, hay Eurocopa.

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