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Fuera de juego

Dos en una

Ryu Gon

Manchester United - F.C Barcelona: El Barça quiso jugárselo todo a una carta esta temporada. El mismo Laporta, entrevistado ayer antes del partido, estaba convencidísimo de que su equipo lograría batir a los de Ferguson y lograr así el hito en Moscú, consiguiendo la tercera Copa de Europa para las vitrinas del club. Por eso no es de extrañar que, cuando finalizó el partido, él y diversos directivos que se desplazaron hasta Old Trafford para presenciar la vuelta de esta semifinal se quedaran tullidos en su reconfortante asiento sin saber a donde ir ni a donde mirar. Reflexión, sentimiento de culpa o tal vez un optimismo inusitado derrengado por un gol del veterano medio del United, Paul Scholes.

En términos generales, se podría comentar que el Barça no jugó un mal partido. Es más, hasta el minuto 14 de la primera mitad transmitió una seguridad y un carácter que, de haberse prolongado todo el encuentro, posiblemente le habrían llevado a la final. No obstante, ahí estaban los diablos rojos, enfundados en sus pertinentes camisetas red de puro orgullo local, para cambiar la dinámica ya vista en el Camp Nou y testeada en el teatro de los sueños. Porque el afán de tocar tanto el balón, comúnmente conduce a la defensa azulgrana a cometer errores que, como en el caso de ayer, terminan costando una eliminatoria. Imprecisión de Zambrotta en un rehúso, aparece el veterano pelirrojo del Manchester, ve un espacio entre líneas y conecta un obús que se cuela por toda la escuadra izquierda de la portería de Valdés. Fin del partido. Un fatídico punto y aparte que derrumbó el espíritu europeo del equipo culé y que bastó a los ingleses para colarse en la final.

Por el camino queda un match escrito por las mismas letras que definen al Barça de esta temporada. Dominio sin gol. Nula verticalidad, a excepción de Messi, y un ritmo de juego carente de chispa, dócil. El Manchester decepcionó, sí. Pero hay un elemento que diferencia a los grandes de los buenos equipos, y no es otro que el gol. Ya se venía apuntando durante toda la semana que los blaugrana, vistos los números de esta segunda vuelta de la temporada, lo tendrían difícil para introducir el balón en la portería de Van der Sar. No sonó la flauta, y el cronómetro se fundió lentamente para despedir a los de Rijkaard de Europa. El Manchester, aunque no pueda parecerlo, se adaptó francamente bien al rival y dispuso de diversas ocasiones a pies de Nani, Ronaldo o Tévez que sí conllevaron una amenaza real para la portería de Valdés.

En definitiva, pues, otra temporada para olvidar del Barça. Es hora de pedir cuentas. De exigirlas, si me apuran.

 

Chelsea- Liverpool: Clasificado el ManU para la final, el segundo aliciente de esta semana de elite Europea se encontraba en Stamford Bridge, lugar donde el Chelsea ha conseguido esta noche su particular pasaporte a Moscú. En una palabra: partidazo. Un verdadero encuentro de Champions que, en el conjunto global de la eliminatoria, deja en evidencia futbolística a los protagonistas de la otra semi, el Barça y el Manchester. Porque hoy se ha vivido un auténtico festival en el campo blue, pura poesía balompédica que se ha gestado desde el primer minuto sobre el terreno de juego. Con un nombre propio que sobresale por encima de los demás, Didier Drogba. El marfileño ha sellado una actuación impecable, con dos golazos que bien pueden valer una Champions.

Ironías de la vida. El Chelsea menos mediático, más olvidado en su era postMourinho jugará lo que siempre había anhelado el entrenador portugués. Y méritos no le sobran a este Chelsea, que también puede hacerse con la Premiere tras vencer el sábado pasado al intocable Manchester. De todas maneras, el Liverpool de Benítez no se ha arrugado en absoluto y ha enseñado los dientes en este fabuloso choque de trenes ingleses. Y es que viendo el partido, uno llega a la conclusión que los dos conjuntos merecían estar en la final. Ha habido goles, jugadas trenzadas de gran belleza (esa estratosférica internada del israelí Benayoun que ha mutado en una mágica asistencia para un Torres goleador, de nuevo) e intensidad, mucha intensidad. En estos casos, es cuando duele comentar que sólo puede quedar uno. Un espléndido gol de Drogba por el palo corto a Reina en el minuto 32 y el disparo (a más de 20 metros de distancia) de Babel ya en tiempo de prórroga así lo certifican. No ha faltado la emoción, que se ha plasmado por medio de un penalti casi místico ejecutado por un Lampard deseoso de dedicar el tanto a su madre recientemente fallecida.

Al final, premio para el Chelsea. Los Terry, Ballack y compañía se las verán con C.Ronaldo, Rooney y Tévez el 21 de mayo en la capital Rusa. Visto lo visto, Ferguson tendrá que trabajar para ganarle la partida a los de Avram Grant, que tienen una oportunidad de oro para hacer historia.

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