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Fuera de juego

La Crónica: F.C Barcelona- Manchester United

La Crónica: F.C Barcelona- Manchester United

Ryu_gon

Libros, pétalos y rosas precedieron a un partido llamado a crear un antes y un después en la situación actual del F.C Barcelona. Un match al que el Barça llegaba más diezmado que nunca, con unas estadísticas en la segunda vuelta de la liga propias de un candidato a descender de categoría. Por el contrario, el Manchester de sir Alex Ferguson venía con la etiqueta, ya no de favorito a pasar la eliminatoria, sino de candidato a levantar la “orejona”. No obstante, las expectativas de una posible humillación sobre los blaugrana a cargo de los red devils no se llegaron a consumar porque los de Rijkaard, por primera vez en muchos partidos, volvieron a jugar al fútbol. Mención especial merece la afición blaugrana. Fue al campo consciente de la importancia del partido, sin olvidar pero los dardos envenenados de optimismo del presidente Jan, y animó al equipo hasta la muerte.

El partido se inició con un inesperado penalti contra el Barça que, ya en el minuto 3, auguraba una semifinal gris para los locales. Cristiano Ronaldo, esa bestia parda que en Old Trafford ya comparan con el “quinto Beatle”, George Best, fue el encargado de ejecutar la pena máxima. El luso, de la misma manera que suele crecerse en estos partidos, a veces comete pecados de juventud, movidos, quizá, por una arrogancia inherente a sus formas, que en este aparador mediático se pueden pagar muy caros. Lanzó el penalti confiado, pegó al balón con el interior de la bota en un intento por limpiar las telarañas de la portería y, de paso, mortificar a Valdés, pero falló. Y es que, después de llenar portadas durante toda la semana, Cristiano no estuvo a la altura del match. Ni él, ni su equipo. Tampoco brilló Messi, que tuvo que abandonar el campo durante la segunda mitad por sobrecarga en los isquiotibiales. Sí que lo hizo en cambio un resucitado Deco, que por momentos dejó destellos de aquel cerebro que condujo al Barça a su segunda Champions. Porque ayer el Barcelona fue amo y señor del partido, experimentando una transformación respecto al derby contra el Español que los culers deberían aplaudir o, en su defecto, cuestionar (“La Champions nos motiva más”, dijo Xavi después del partido). Y en medio de todo esto resalta un hombre que nunca habla ni se queja, pero que cumple excelsamente pese a jugar infiltrado. Touré Yaya neutralizó toda ofensiva red, presionó, jugó el balón con criterio y hasta se atrevió a quebrar al curtidísimo Ferdinand. Detrás del marfileño, unos zagueros de hierro, Milito y Márquez, cortaron las alas a Tévez y Scholes poniendo de relieve las carencias de un Manchester a priori diseñado para fusilar al rival, pero a la práctica tierno y conservador.

La segunda parte fue más de lo mismo. Un Barça con más del 65% de la posesión del balón, pero sin profundidad en las últimas líneas, intentaba inútilmente descongestionar la trinchera inglesa. Caracoleaba Xavi, Iniesta ejercía de vigía, pero Eto’o se movía en el área cual juvenil que se viste de corto por primera vez. No está bien el camerunés; se empeña en recibir el balón de espaldas y, aunque le pone coraje y lucha, le falta chispa en los últimos metros. Para hablar con soltura fuera del campo, primero hay que hacerlo dentro. Se acercaba tímidamente el Manchester, buscando a Ronaldo como único hombre en punta, solapado por un “apache” que ayer hizo el trabajo sucio, recorriéndose el campo de arriba a bajo e imprimiendo una presión digna de admirar. Salieron Bojan y Henry. El primero, inteligente como siempre pero precavido dada la magnitud del partido. El segundo, más activo en veinte minutos que en la mayoría de partidos enteros que disputa, puso en apuros a Van der Sar con un buen disparo desde fuera del área y con un lanzamiento de falta. Buena ejecución, mejor parada del holandés, cuyas extremidades en ocasiones parecen de goma.

Al final, 0-0. Dominio sin gol para los locales. Por suerte, un control arrollador, pero así no se gana una eliminatoria. Sequía blaugrana salpicada por gotas de esperanza, podríamos decir. El teatro de los sueños aguarda una vuelta de semifinal excitante. Un libro abierto. Sin embargo, el Manchester no pierde un partido en casa en competición europea des del 2005. Este martes habrá partido, y de los grandes.

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